El periodo del post parto es un momento muy especial en la vida de una mujer y del recién nacido. Para la mujer que experimenta la maternidad por primera vez, probablemente será el más importante evento que haya vivido y que le cambiará totalmente la vida. Está marcado por emociones fuertes, dramáticos cambios fisiológicos y la asunción y ajuste a nuevos roles de vida. Es un momento de profunda transición que hace grandes demandas en la resistencia de la mujer y en su capacidad para adaptarse. Para una adolescente, este periodo marca una aceleración apabullante en la transición normal a una nueva identidad como mujer y como madre.

La etapa del post parto forma parte de la continuidad del ciclo reproductivo y es importante respetar esa secuencia y proporcionar siempre una atención médica de calidad como una inversión en la salud futura de la madre y del recién nacido. El cuidado que se dé a la madre en el post parto incluye La prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento inmediato de las complicaciones que puedan presentar tanto la madre como el bebé –incluyendo la prevención de las infecciones verticales de la madre al recién nacido- la referencia al médico especialista cuando es necesario, la educación acerca del cuidado al bebé y el apoyo inmediato para la lactancia.

Cuidado de la salud y apoyo de la adaptación física y emocional de la madre que sigue al parto.

Las primeras horas después del parto se conocen como “la 4ta etapa del parto”.

Inmediatamente después de la expulsión de la placenta (3ª etapa del parto), el ginecólogo debe examinarla con cuidado para detectar anormalidades, pero sobre todo, para asegurarse de que está completa. Si existe la sospecha de que falta alguna parte, será necesario explorar la cavidad uterina.

Las gestantes, después del parto, permanecerán un rato largo en la sala de partos en observación. Los datos más importantes que se vigilarán son:

·      Control de signos vitales (pulso, presión arterial, respiración y temperatura) cada 15-30 minutos

·      Control del tono muscular uterino cada 15 minutos. El médico o la enfermera verificarán que el útero se haya contraído.

·      Vigilarán también el sangrado vaginal y te pedirán, que de ser posible, trates de orinar. Es esencial que la vejiga se vacíe para no inhibir las contracciones uterinas (entuertos) que son necesarias para que el útero recupere su tamaño.

·      En caso de que te hayan dado anestesia epidural, valorarán la recuperación de la sensibilidad y movilidad de las extremidades inferiores.

o   En los casos de cesárea el control se prolongará durante 2 horas.

·      Siempre que sea posible, el recién nacido permanecerá con la madre, promoviendo el método “piel con piel” y la lactancia precoz, antes de que la madre abandone la sala de partos.

En este momento te suturarán cualquier desgarro o herida que se haya hecho en el cuello uterino, vagina o perineo.

Después de esto, te moverán a la sala de recuperación para seguirte controlando y observando.

¿Qué problemas pueden surgir después del parto?

Algunos de los problemas que pueden surgir son:

  • hemorragias
  • elevación de la presión arterial (que puede presentarse por primera vez o puede empeorar en este momento).
  • infecciones genitales y dolor intenso,
  • trombo embolias (coágulos o trombos que se forman en el sistema circulatorio),

Muchos de estos problemas pueden ser tratados o prevenidos con atención médica o consejos durante la visita médica después del parto.

Hemorragias

Uno de los riesgos inmediatos tras haber dado a luz es la hemorragia vaginal postparto. Se trata de una complicación que sucede, sobre todo, durante las dos primeras horas tras el parto, y aunque no es frecuente puede llegar a ser grave, incluso en uno de cada cuatro casos pude suponer la muerte de la madre.

No se han de confundir las hemorragias con los llamados loquios del postparto: durante el período de regresión uterina (cuando el útero va regresando a su tamaño normal), es normal la salida de secreciones por vía vaginal procedentes del interior de la cavidad del útero.

Si bien la pérdida de sangre durante el periodo expulsivo y las primeras horas del postparto es normal (el parto vaginal espontáneo supone la pérdida de un promedio de 500 ml de sangre, y una operación cesárea aproximadamente de 930 ml.), un reducido porcentaje mujeres (7-8%) excederán la pérdida promedio.

Cuando la hemorragia vaginal es intensa es cuando pueden producirse complicaciones peligrosas, e incluso la muerte, por la disminución del volumen circulante de sangre.

Causas de la hemorragia postparto

Las causas más comunes del sangrado grave e intenso después del parto son:

Inercia uterina o falta de tono muscular (atonía) del útero:

La atonía uterina se refiere a la pérdida del tono de la musculatura del útero. Es decir, el útero no «reacciona» con contracciones después de que el bebé haya nacido y la placenta se haya expulsado. Es entonces cuando se produce una hemorragia vaginal intensa.

Durante el embarazo, el útero es el órgano de la mujer que más crece, pasando de unos 6 centímetros a más de 30 y de pesar unos 60 gramos a un kilo. Como es lógico, cuando la mujer da a luz, el útero pasa poco a poco a recuperar su tamaño anterior, fenómeno que se conoce como proceso de involución uterina.

Mediante los entuertos o contracciones del postparto y en virtud a una serie de cambios hormonales, el útero va disminuyendo de tamaño y se van sellando los vasos sanguíneos desgarrados durante el parto en la pared interna del útero. Pero, en ocasiones, esta involución no se produce y se da un fenómeno no muy frecuente pero que puede llegar a ser grave en el postparto, denominado atonía, hipotonía o inercia uterina.

Las hemorragias postparto son más frecuentes en mujeres mayores, que han tenido muchos partos (multìparas), embarazos múltiples (gemelos o más), polihidramnios (exceso de líquido amniótico), tras un parto muy largo, con placentas previas o muy adheridas.

También predisponen ciertos medicamentos, la corioamnionitis (infección del líquido amniótico y las membranas que lo contienen), un antecedente de hemorragia postparto en embarazos previos, óbito fetal (bebé muerto en útero), miomas uterinos concomitantes y embolía de líquido amniótico (el líquido amniótico se introduce en el sistema circulatorio y viaja hasta los pulmones de la mamá provocándole un colapso pulmonar y como consecuencia de ello un fallo cardíaco), o alteraciones de la coagulación (congénitas o adquiridas).

Casi todos los factores mencionados, provocan atonía o inercia uterina, por lo que el lecho placentario (el sitio del útero donde estaba adherida la placenta y que al desprenderse deja un espacio sangrante) queda abierto con un sangrado continuo.

cuidados-madre

Lesiones del canal vaginal, cuando la vagina o el cuello del útero (abertura hacia el útero que está en la parte superior de la vagina) se rasga o desgarra durante el parto, es posible que tengas un sangrado intenso.

Generalmente este problema está relacionado con partos traumáticos o en los que se utilizaron instrumentos (como por ej. Forceps).

Rotura uterina, este accidente se presenta en mujeres con antecedente de cicatriz uterina, parto prolongado o precipitado, con hiperdistensión uterina (el bebé era grande o era un parto múltiple).

Problemas placentarios y placenta retenida: como ya lo mencionamos, durante la tercera etapa del parto, expulsarás la placenta. Después de su expulsión, el médico debe revisarla cuidadosamente para verificar que esté completa y que no hayan quedado fragmentos dentro del útero que pudieran ser causa de una hemorragia.

Si la placenta no sale dentro de los 30 minutos después del nacimiento del bebé, es posible que tengas un sangrado intenso.

Tratamiento inmediato: Si tienes un sangrado intenso después del parto, lo más probable es que suceda cuando todavía estás en el hospital.

El médico podrá masajearte el útero – el masaje suave al fondo del útero a través del abdomen ayuda a que el útero se contraiga- o darte líquidos por vía intravenosa.

También es posible que te dén oxitocina (una hormona que puede ayudarte a que tu útero se contraiga). En algunos casos, la mujer puede necesitar cirugía o una transfusión de sangre. Durante la primera hora después del, parto, la madre permanece en observación para asegurarse de que el útero contrajo y permanece contraido para prevenir un sangrado excesivo. 

Prevención de la hemorragia postparto

¿Qué podemos hacer para prevenir esta hemorragia postparto? La mayoría de las causas anteriores quedan fuera de nuestro control, sin embargo, el equipo médico sí puede actuar para prevenir la falta de tono muscular del útero.

Primeramente, se trata de favorecer los entuertos o contracciones uterinas que van a ayudar a sellar los vasos sanguíneos que quedan abiertos con el desprendimiento de la placenta, y reducir de este modo el riesgo de hemorragias intensas.

Estimulación mamaria temprana. La naturaleza es sabia. Cada vez que el bebé toma pecho se produce una descarga de la hormona oxitocina, que provoca que el útero se contraiga más, de modo que se ayuda a sellar las vasos sanguíneos arteriales que quedan abiertos tras el parto. Cuando se coloca al bebé sobre el pecho de la madre y se le estimula a iniciar la lactancia, se ayuda a las contracciones y al contraerse el útero los vasos se cierran: esto es lo que se llama “ligaduras vivientes de Pinard”.

Masajear el útero firmemente durante cinco minutos por debajo del ombligo, a lo cual el útero responde contrayéndose. El masaje abdominal postparto puede ser realizado eficazmente por el médico o la enfermera, que detectan con facilidad el nivel del útero y presionan para ayudarlo a involucionar. También es un masaje que podemos efectuar nosotras mismas tras el parto controlando la presión efectuada.

Micción temprana. Te pedirán que vacíes la vegiga (que orines) en cuanto te sea posible, eso ayudará a tener el espacio pélvico desocupado, de modo que el útero se puede contraer mejor.

Haciendo todo esto, se ayuda a disminuir el riesgo de hemorragia vaginal. Lo habitual es que, si la hemorragia postparto hace su aparición, sea de forma precoz, en las primeras 24 horas; pero también puede ser tardía, hasta 6 semanas después.

Hipertensión

El personal de salud que está al cuidado de la mujer en el post parto, tiene como una de sus prioridades vigilar la presión arterial para así poder identificar, con rapidez, si además de una elevación considerable en la presión arterial, se ha presentado algún síntoma que pueda indicar la presencia de preeclampsia (dolor de cabeza, problemas visuales, dolor en la boca del estómago). Sólo así, es posible dar tratamiento y proteger a la mujer de inmediato.

Cuidado de la vagina y el perineo

La zona entre la vagina y el recto se denomina perineo. Es normal que te duela y moleste después del parto. Es una zona que se estiró al máximo para dejar pasar la cabeza de tu bebé en el momento del parto. Tendras moretones por la presión intensa de la cabeza del bebé y, algunas veces, hasta llega a desgarrar el tejido y, en ese caso, la mayoría de las veces es necesario que el ginecólogo suture ese desgarro.

En algunos casos, cada vez menos, es necesario hacer lo que se llama una “episiotomía” o sea, un corte para permitir la salida de la cabeza del bebé cuando es necesario que nazca rápidamente. Este tipo de heridas tarda más en curarse.

Para aliviar el dolor o la molestia:el personal de enfermería te aplicará compresas de hielo inmediatamente después de haber dado a luz. El uso de bolsas de hielo en las primeras 24 horas después del nacimiento reduce la inflamación y alivia el dolor.

Orinar puede doler durante el primer día, pero esto no suele durar más de alrededor de un día. Límpiate con agua tibia inmediatamente después de orinar. Esto ayudará a diluir el ardor y mantendrá limpia la zona.

Enfermedad tromboembólica

El trombo (coágulo) pulmonar es la manifestación más seria de este problema que llega, generalmente, de forma inesperada sin que hayan signos de formación de trombos en las venas profundas.

Los síntomas son variados y pueden ir desde muerte súbita a síntomas respiratorios y cardiovascualares: problemas respiratorios, dificultad para respirar y cianosis (coloración azúl de la piel por falta de oxígeno) dependiendo del tamaño del trombo.

La movilización temprana de la mujer después del parto (es decir, el que te levanten a caminar un poco), es el mejor método profiláctico para prevenir la enfermedad tromboembólica porque el movimiento estimula la circulación.

Referencias

 

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