Introducción
Durante el embarazo, el sistema inmune de la madre debe ser regulado para que el bebé no sea rechazado y para que el bebé pueda crecer dentro de ella. Lo interesante es que el bebé también desarrolla, a lo largo del embarazo, su propio sistema inmune.
Entonces, tenemos dos sistemas de defensa, de dos individuos diferentes, cohabitando en el cuerpo de la madre. Para que esto pueda ser posible, y no haya rechazo entre el sistema inmune de la madre y el del bebé, el sistema inmune de la madre es regulado, y el sistema inmune del bebé tarda en madurar. Por esto, cuando nace un bebé, su sistema inmune no está en las mejores condiciones. De hecho, el sistema inmune del bebé no alcanza todo su potencial hasta los dos años de vida.
El sistema inmune del recién nacido
El sistema inmune del recién nacido podría considerarse como inmaduro porque sus órganos, como los ganglios y el bazo, no están aún bien organizados al nacimiento. Además, algunas de sus células no tienen todos los receptores que se necesitan para montar adecuadas respuestas contra los microorganismos patógenos.
La progesterona presente durante el embarazo contribuye a regular el sistema inmune de la madre para que no rechace al bebé pero también participa en promover una disminución en las respuestas inmunes del recién nacido (1).
Al nacimiento, los recién nacidos no tienen una adecuado funcionamiento de las células que conocemos como “natural killers” (células asesinas naturales), ni de los linfocitos que llamamos “cooperadores” (son las células coordinadoras de las respuestas inmunitarias), los cuales nos protegen contra infecciones virales y bacterianas.
Esto hace al recién nacido más susceptible de adquirir una infección durante los primeros meses de vida (2). Además, las células dendríticas (células especializadas del sistema inmunológico), que son las encargadas de presentar los microorganismos a los linfocitos, no funcionan adecuadamente en el primer mes de vida y las respuestas de los linfocitos tienden a ser menos agresivas (son respuestas que llamamos de tipo Th2) (3).
La capacidad de los macrófagos (unas de las células que forman parte de nuestra primera línea de defensa) para eliminar bacterias a través de la fagocitosis (la ingestión de partículas) también está disminuida en los neonatos, porque los receptores que detectan a los microorganismos no funcionan adecuadamente (4).
Aunque el número de linfocitos totales del recién nacido está incrementado desde el nacimiento hasta el quinto mes de vida, la función de estos tampoco es perfecta. Los linfocitos B tienen dificultad para hacer diferentes tipos de anticuerpos.
Al nacimiento, el recién nacido tiene anticuerpos de tipo IgG provenientes de la madre (los anticuerpos son específicos para cada tipo de antígeno y se les conoce también como Inmunoglobulinas: Ig), que pasaron a través de la placenta desde la semana 20 de gestación y estos anticuerpos lo protegen durante el primer mes de vida. El bebé, después de su nacimiento, puede producir anticuerpos de tipo IgM (son el tipo de anticuerpos que se forma en la fase aguda de una infección), pero su sistema inmune no produce adecuadamente anticuerpos de otra clase hasta varios meses más tarde.
Por ejemplo, los niveles de anticuerpos de tipo IgM (los que se producen durante la fase aguda de una infección) alcanzan los niveles del adulto al año de edad; los anticuerpos IgG (los anticuerpos que consideramos como de memoria y se producen después de la fase aguda de una infección) alcanzan los niveles del adulto a los 5 años y los anticuerpos IgA (anticuerpos importantes para protegernos contra microorganismos en el intestino, las mucosas genital y respiratoria) no alcanzan los niveles del adulto hasta la adolescencia (5).
El sistema inmune del recién nacido tampoco responde de manera ideal contra bacterias que tienen cápsula de carbohidratos, hasta que el bebé cumple los dos años de vida. Por esto, es muy importante que los bebés menores de 2 años reciban todas las vacunas que protegen contra las bacterias que llamamos “encapsuladas” (que tienen cápsula de carbohidratos). Algunas bacterias encapsuladas son Haemophilus influenzae y Streptococcus pneumoniae.
¿Qué podemos hacer?
El bebé recién nacido debe ser protegido mientras su sistema inmune alcanza la madurez. Pero no debemos alarmarnos. Aunque el sistema inmune del bebé esta inmaduro, aún tiene muchos elementos funcionando para que el bebé pueda defenderse. Además, la naturaleza es muy sabia y para complementar la inmadurez del sistema de defensas del recién nacido, nos ha dado la leche materna. Esta leche es el complemento perfecto para el sistema inmune inmaduro del recién nacido.
¿Por qué la lecha materna es el complemento perfecto para el sistema inmune del recién nacido?
La leche materna provee una nutrición óptima al recién nacido, pero además de esto, contiene factores bioactivos que lo protegen de infecciones. Las tres proteínas que se encuentran en altas concentraciones en la leche materna y que tienen beneficios inmunológicos son: la inmunoglobulina A secretoria (anticuerpo IgA), la lactoferrina y la lisozima. La IgA previene que se adhieran las bacterias a las paredes de las vías respiratorias del bebé o a las vías gastrointestinales, impidiendo así infecciones.
La lactoferrina previene el crecimiento de microorganismos porque compite por el hierro que necesitan. La lisozima inhibe el crecimiento bacteriano y actúa sinérgicamente con las propiedades antibacterianas de la IgA y de la lactoferrina (6). Sin embargo, no solo hay proteínas en la leche materna. La leche materna, y en especial, el calostro, contiene grandes cantidades de células conocidas como neutrófilos y macrófagos que pueden fagocitar microorganismos e influencian la respuesta inmune del recién nacido (7).
Además, la alimentación con leche materna puede proteger al bebé de desarrollar alergias posteriormente, en especial la rinitis alérgica (7). También el riesgo a padecer de enfermedad celiaca se reduce cuando el niño es amamantado con leche materna. Por esto, se recomienda que la introducción de alimentos con gluten a la dieta del recién nacido tenga lugar mientras estos aún reciben leche materna (8).
La leche materna complementa perfectamente las alteraciones inmunológicas que presenta el recién nacido durante los primeros meses de vida. A través de la leche materna, el bebé recibe de su mamá células con adecuada capacidad fagocítica y anticuerpos de tipo IgA, productos de la experiencia inmunológica de la madre. Estos permiten al bebé defenderse de los virus y las bacterias mientras que su propio sistema inmune adquiere la madurez necesaria para protegerlo adecuadamente.
Con la colaboración de la Dra. Estibalitz Laresgoiti Servitje.
Médico especialista en Psiconeuroinmunologia e Inmunologia Reproductiva.
REFERENCIAS
- Giannoni E, Guignard L, Knaup Reymond M, Perreau M, Roth-Kleiner M, Calandra T, et al. Estradiol and Progesterone Strongly Inhibit the Innate Immune Response of Mononuclear Cells in Newborns. Infect Immun. 2011;79(7):2690-8.
- Chilmonczyk BA, Levin MJ, McDuffy R, Hayward AR. Characterization of the human newborn response to herpesvirus antigen. J Immunol. 1985;134(6):4184-8. Epub 1985/06/01.
- De Wit D, Olislagers V, Goriely S, Vermeulen F, Wagner H, Goldman M, et al. Blood plasmacytoid dendritic cell responses to CpG oligodeoxynucleotides are impaired in human newborns. Blood. 2004;103(3):1030-2.
- Sadeghi K, Berger A, Langgartner M, Prusa A-R, Hayde M, Herkner K, et al. Immaturity of Infection Control in Preterm and Term Newborns Is Associated with Impaired Toll-Like Receptor Signaling. The Journal of Infectious Disease. 2007;195(2):296-302.
- Rich R, Fleisher T, Shearer W, Kotzin B, Jr HS. Clinical immunology. Principles and Practice. 2nd ed. London, England: Mosby International Limited; 2001.
- Lovelady CA, Hunter CP, Geigerman C. Effect of exercise on immunologic factors in breast milk. Pediatrics. 2003;111(2):E148-52. Epub 2003/02/04.
- Jackson KM, Nazar AM. Breastfeeding, the Immune Response, and Long-term Health. JAOA: Journal of the American Osteopathic Association. 2006;106(4):203-7.
- Sollid LM. Breast milk against coeliac disease. Gut. 2002;51(6):767-8.