¿Cómo funciona el sistema inmune del bebé durante el embarazo?

Durante el embarazo, el cuerpo de la mamá se adapta para no rechazar al bebé que crece dentro de ella. Esto es posible gracias a una regulación especial del sistema inmune. Al mismo tiempo, el bebé también empieza a desarrollar su propio sistema de defensas.

Así, dos sistemas inmunológicos distintos —el de la madre y el del bebé— conviven en armonía. El sistema de defensa de la madre se regula y el del bebé se desarrolla de forma más lenta. Por eso, cuando el bebé nace, sus defensas todavía no están completamente listas y alcanzan su madurez hasta los dos años de edad.


¿Por qué se dice que el sistema inmune del recién nacido es inmaduro?

Al nacer, el sistema inmune del bebé todavía está en formación. Sus órganos de defensa, como los ganglios y el bazo, aún no están bien organizados. Algunas de sus células inmunológicas no funcionan completamente o no tienen todos los receptores necesarios para defenderlo bien de virus y bacterias.

Durante el embarazo, una hormona llamada progesterona ayuda a que el cuerpo de la madre no rechace al bebé. Pero esta hormona también puede hacer que el sistema inmune del recién nacido sea menos activo.

Por ejemplo:

  • Las “células asesinas naturales” y los linfocitos cooperadores, que ayudan a combatir virus y bacterias, aún no trabajan al 100%.

  • Las células dendríticas, que activan otras defensas, funcionan de forma limitada.

  • Los macrófagos, encargados de «comerse» bacterias, tienen dificultades para hacerlo bien.

  • Aunque hay muchos linfocitos, no todos producen bien los distintos tipos de anticuerpos que el cuerpo necesita.


¿Qué tipo de anticuerpos tiene el recién nacido?

Desde el nacimiento, el bebé recibe anticuerpos tipo IgG de su mamá a través de la placenta, que lo protegen durante el primer mes de vida. Además, el bebé puede producir anticuerpos IgM por sí solo, pero aún no genera bien otros tipos como los IgA o IgG de memoria.

Los niveles de anticuerpos se desarrollan con el tiempo:

  • IgM: se alcanza al año de vida.

  • IgG: hasta los 5 años.

  • IgA: no llegan a los niveles del adulto hasta la adolescencia.

Además, los bebés pequeños no responden bien a bacterias que tienen cápsula de carbohidratos. Por eso es tan importante que reciban a tiempo las vacunas recomendadas para protegerlos de bacterias como Haemophilus influenzae y Streptococcus pneumoniae.


¿Qué podemos hacer para proteger al sistema inmune del recién nacido?

Aunque las defensas del bebé aún están en desarrollo, no hay razón para alarmarse. La naturaleza es sabia, y para apoyar ese sistema inmaduro, nos dio la leche materna, que actúa como un escudo protector natural.


¿Por qué la leche materna es clave para fortalecer las defensas del bebé?

La leche materna no solo alimenta: también protege. Contiene proteínas y células especiales que ayudan al sistema inmune del bebé a defenderse mejor.

Tres componentes importantes son:

  • IgA: evita que bacterias se adhieran al intestino y las vías respiratorias.

  • Lactoferrina: impide que los microbios crezcan al quitarles el hierro que necesitan.

  • Lisozima: combate bacterias y trabaja en conjunto con los otros componentes.

Además, el calostro (la primera leche que sale después del parto) es rico en neutrófilos y macrófagos, células que ayudan a combatir infecciones y a fortalecer las defensas del bebé.


¿La leche materna también protege contra alergias?

Sí. La lactancia materna puede ayudar a prevenir ciertas alergias, como la rinitis alérgica, y también reduce el riesgo de que el bebé desarrolle enfermedad celíaca. Por eso se recomienda que los alimentos con gluten se introduzcan mientras el bebé sigue tomando leche materna.


¿Cuál es el papel de la leche materna en los primeros meses?

La leche materna complementa perfectamente el sistema inmune del bebé. Aporta anticuerpos y células de defensa provenientes de la madre, que ayudan a proteger al bebé de virus y bacterias mientras sus propias defensas maduran.

REFERENCIAS

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