Maternas:

  • Embarazo prolongado (de más de 42 semanas)

  • Enfermedades crónicas de la madre como puede ser la diabetes mellitus (no controlada), lupus eritematoso, hipertensión arterial o algún problema sanguíneo con formación de coágulos que contribuyen a un pobre crecimiento del bebé y al desprendimiento de la placenta.

  • Infecciones durante el embarazo como la listeriosis, salmonela o toxoplasmosis.

  • Preeclampsia y eclampsia: que pueden reducir el flujo de sangre hacia el bebé. Esta condición se asocia con el desprendimiento de la placenta.

  • Edad materna muy precoz o avanzada.

  • Algún problema en el momento del parto relacionado con la posición de presentación del bebé.

  • Incompatibilidad Rh (el Rh de la sangre materna es diferente del Rh del bebé)

  • Ruptura uterina.

  • Hipotensión severa materna (es decir, baja muy importante de la presión sanguínea de la madre)

  • Muerte materna.

Fetales:

  • Gestación múltiple (de dos o más bebés).

  • Retardo en el crecimiento intrauterino: los bebés que crecen muy lentamente tienen un riesgo incrementado de morir durante el embarazo. En el ultrasonido de control se observa que el bebé simplemente no crece lo suficiente dentro del útero.

    • Se dice que estos bebés son “pequeños para su edad gestacional”.

  • Anomalías congénitas o genéticas: un defecto físico o genético en el bebé. Esto significa que el cerebro, el corazón u otro órgano, no se desarrollaron apropiadamente.

    • Las malformaciones múltiples en los bebés pueden ser por causa genética, del medio ambiente o desconocida y siempre será importante consultar a un especialista en genética en casos de bebés que fallecen en estas circunstancias.

    • Entre el 5 y el 10 por ciento de los bebés nacidos sin vida tienen anomalías relacionadas con sus cromosomas, que son las estructuras que contienen el material genético que determina nuestras características físicas. En pérdidas antes de la semana 20, son particularmente frecuentes las anormalidades de los cromosomas, aunque pueden provocar la muerte del feto en cualquier momento del embarazo.

  • Infecciones: Las infecciones bacterianas que afectan al feto o a la placenta son una causa importante de las muertes fetales que ocurren entre las semanas 24 y 27 de gestación. A veces la mujer embarazada puede tener una infección que puede pasar inadvertida (como las infecciones del tracto genital y urinario y ciertos virus como el parvovirus) hasta que ha provocado serias complicaciones, tales como la muerte del feto o su nacimiento en forma prematura (antes de terminar la semana 37 del embarazo).

    • Después del parto, es posible demostrar si la muerte del feto fue provocada por una infección bacteriana mediante la realización de pruebas especiales a la placenta.

Placentarias:

  • Insuficiencia placentaria. Se piensa que los problemas con la placenta son la causa más común de la muerte del bebé en el útero. Casi dos tercios de los bebés que mueren se pierden porque la placenta es insuficiente para lograr que el bebé se nutra y crezca adecuadamente.

    • No se entiende cuáles son las razones exactas de por qué la placenta no funciona en forma apropiada. Pero los médicos saben que si la placenta no funciona bien, los vasos sanguíneos que conectan a la mamá con el bebé se constriñen y esto da como resultado una disminución en los nutrientes y oxígeno que recibe el bebé y esto causa problemas en el crecimiento.

  • Accidentes de cordón umbilical (como nudos o aplastamiento)

  • Abrupto placentario (desprendimiento de la placenta durante el embarazo).

    • La placenta es un órgano vital para mantener la salud del bebé. El desprendimiento de la placenta, un trastorno por el que la placenta se separa del útero, desde parcialmente hasta en forma casi total, ocurre con mayor frecuencia alrededor de la semana 35 del embarazo.

    • Este trastorno provoca sangrados considerables que impide que el feto reciba la cantidad adecuada de oxígeno y le puede llegar a causar la muerte. El ultrasonido puede diagnosticar el desprendimiento de la placenta, si se detecta tempranamente se debe realizar una cesárea urgente que puede salvar la vida del bebé.

    • Las mujeres que fuman o utilizan cocaína tienen más de riesgo de desprendimiento.

  • El envejecimiento grave de la placenta, la formación de coágulos placentarios son otros problemas que impiden que el feto reciba suficiente oxígeno y nutrientes, también contribuyen a la muerte del feto.

  • Rotura prematura de membrana (se rompe la bolsa de aguas antes del tiempo adecuado).

  • Vasa previa (una complicación obstétrica en la cual los vasos sanguíneos fetales que no están protegidos por el cordón cruzan o corren muy cerca del orificio del cuello uterino y se pueden rasgar fácilmente cuando el cuello se dilata. El resultado es que el bebé se desangra).

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